Vas en el metro en uno de esos días en los que por algún motivo que ni siquiera sabes, no te apetece demasiado hablar con la gente o integrarte en lo que te rodea. Entonces coges tu móvil y entras en Facebook, y comienzas a leer opiniones y post, y te alegras, o te entristeces, o te enfadas, o te recargas de energía, o te estresas… ¿te ha pasado alguna vez? Facebook es esa otra realidad en la que también pasan cosas, en la que se están moviendo opiniones e informaciones a una velocidad pasmosa y casi sin filtro.
En el anterior artículo mencionábamos la enorme cantidad de información que nuestro inconsciente gestiona (11.000.000 de bits/segundo, en términos informáticos) en comparación con la cantidad que gestiona el consciente (50 bits/segundo). La mayor parte de esa información procede de nuestro entorno y hoy en día, no podemos obviar que nuestro entorno no es solo físico, existe otro mundo que manejamos a través de nuestro móvil, ordenador, tablet… Es el mundo de las palabras y de las imágenes. Y sabiendo que el medio para comunicarnos en este otro mundo es principalmente la palabra, ¿te has preguntado alguna vez cómo te expresas?, ¿cómo se expresa tu entorno?
Volviendo al comienzo del artículo, solo destacar que esas emociones que te provocan las opiniones vertidas por tu entorno virtual son la mejor prueba de que todo lo que nos rodea provoca un impacto en nosotros.
Bien, ahora te pido que hagas un pequeño ejercicio de memoria: intenta recordar alguna situación en la que te hayan gritado, tratado mal o simplemente hayas sentido cierta agresividad en el tono de la persona que te hablaba, tómate el tiempo que necesites (desafortunadamente, es probable que te venga más una situación así a la mente, elige una).
¿Lo tienes? Si es así, céntrate en ese momento, revívelo con todos tus sentidos y escribe en un papel, en el móvil o donde puedas la emoción que sientes (ira, rabia, enfado, alegría, indiferencia, tristeza…).
Si esa emoción era negativa, es decir, si no te hacía sentir bien, es posible que no recuerdes demasiado bien lo que esa persona te estaba diciendo. Esto es por algo muy sencillo: sabemos que hay ciertos estados emocionales que impiden en nuestro cerebro la asimilación, el aprendizaje y la comprensión de la información que estamos recibiendo. Cuando nos hablan de maneras que no nos gustan nuestro cerebro se “bloquea” y no atendemos a lo que nos dicen porque la gestión de esa emoción es prioritaria para él. ¿Cuál es la consecuencia? Que la comunicación deja de fluir, no entendemos lo que nos dicen y no conseguimos hacernos entender. Es, básicamente, lo que vemos a diario en debates televisivos, discusiones en las redes sociales, en nuestra casa…
Con esto no queremos decir que no debamos sentir emociones como enfado, rabia, ira… son emociones naturales y con naturalidad debemos tratarlas (de la gestión de este tipo de emociones ya hablaremos más adelante), solo estamos hablando de nuestra manera de comunicarnos, de conseguir lo que, al fin y al cabo, es la finalidad de la comunicación, que nuestro mensaje llegue de la manera más efectiva posible a los demás. ¿De qué sirve que tengas una gran idea si no consigues transmitirla?
Y entonces, ¿cómo debo comunicarme?
No te vamos a engañar, esta es una tarea que precisa de cierto esfuerzo y de un aprendizaje que va mucho más allá de las propias palabras. A nuestro parecer, el motivo por el que no funcionan muchos de los discursos y libros sobre lenguaje positivo es que no te enseñan a creer en esas palabras que te proponen utilizar, me explico: si te dicen que decir “sí” en lugar de “no” es más efectivo pero no entiendes por qué y además lo dices sin que te apetezca, estarás siguiendo un dogma (uno más…) y antes o después se te olvidará porque te estará costando demasiado esfuerzo, en cambio, si lo incluyes en tu vida, si comprendes a las personas, si no las juzgas por su comportamiento, si estás en paz con tu entorno y además tienes las explicaciones científicas sobre cómo funciona nuestro cerebro, tu manera de comunicarte cambiará, transmitirás tu mensaje desde el amor y llegará directa e irremediablemente hasta el cerebro de quien te escuche o lea.
Es como las dietas, ¿por qué por lo general no funcionan? Porque nos imponen o imponemos una manera de comer en lugar de entender que no es algo pasajero, que alimentarse bien es un estilo de vida que te va a proporcionar bienestar.
Como te hemos dicho, esta es una tarea que requiere cierto esfuerzo pero sabes que nos tienes cerca para acompañarte, y recuerda:
Cuando la comunicación fluye el mundo cambia.
Yo soy Amaia González Llama, Coach con PNL, mi propósito es acompañar a los adolescentes a elegir su futuro y descubrir su talento, haciéndolo de la forma más adecuada para su entorno.
Me localizas en:
tlf. 605 74 29 30
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info@coachingdelmarketing.com
*Simpatía é quase amor.
porque es la mejor manera de aislarte de tu entorno pero, ¿lo es?